El Necio que
Repite su Necedad

Hay un versículo en la biblia que es bastante descriptivo, y por lo tanto, un tanto ofensivo al lector que usa su imaginación para recrear la escena descrita.
Me refiero a Proverbios 26:11. “Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que repite su necedad”.
Esta es una escena que todo aquel que tiene perros o ha vivido cercano a estos, ha visto. Es parte de la naturaleza de estos animales, pero no deja de ser muy desagradable, e incluso repulsivo ver esa escena. Pero dice el versículo de proverbios que el necio que repite su necedad está haciendo lo mismo que el perro que traga su propio vómito.
Y acá tenemos que entender lo que realmente significa ese proverbio: La palabra traducida como necio es el término hebreo “kesél” que también es traducido como insensato y fatuo. Y el término necedad es la palabra hebrea “ivveleth” que también se traduce como locura, insensatez, estupidez, tontería e infatuación.
Una persona que insiste en su pecado, que una y otra vez se “arrepiente” para al poco tiempo estar nuevamente regresando a este; según este versículo, es como un perro que vuelve a tragar su propio vómito.
Todo vicio, todo pecado recurrente, toda “debilidad” como llaman algunos, es una locura, una insensatez, una estupidez, es la tontería del ser humano que al igual que el animal, quiere regresar a aquello que obviamente salió del cuerpo porque le estaba causando alguna clase de indigestión y malestar; y sin embargo, su estupidez le lleva a volver a comerlo.
Pero este no es el único pasaje en el que se usó este proverbio; el apóstol Pedro lo usó, hablando de los falsos profetas y falsos maestros que aman las riquezas, que comprometen la enseñanza de la verdad por obtener beneficios y satisfacciones propias; supuestos ministros que tienen sus ojos llenos de adulterio y pecados sexuales.
2Pedro 2:13b - 14. PDT “Disfrutan haciendo a la vista de todos lo que les viene en gana; cuando cenan con ustedes, ellos son una mancha que causa vergüenza, pues con sus mañas lo echan todo a perder. No pueden ver a una mujer sin desvestirla con la mirada. Ese es su pecado permanente. Hacen pecar a las personas inestables, son avaros y expertos en aprovecharse de los demás. Por eso están bajo maldición”.
Este pasaje parece estar describiendo a muchos supuestos “cristianos”; gente que una y otra vez anda lidiando con su pecado; pecado al cual llaman: debilidad; y no lo han tratado ni reconocido como lo que es.
Esto es falta de carácter, es falta de reconocer, confesar y cambiar de actitud. No es posible que existan creyentes verdaderos que sigan diciendo que tienen un “pequeño defecto” o una “debilidad”. Creyentes atados por la pornografía, el adulterio, por la ira, por el chisme, por la murmuración.
El apóstol Pedro es muy fuerte al hablar de estas personas que se llaman creyentes, que confiesan al Señor Jesucristo como su salvador, y sin embargo, vuelven una y otra vez a su pecado, como el perro a su propio vómito.
2 Pedro 2:20 – 22. “Ciertamente, si habiéndose ellos ESCAPADO DE LAS CONTAMINACIONES DEL MUNDO, por el conocimiento del Señor y Salvador
Pero este no es el único pasaje en el que se usó este proverbio; el apóstol Pedro lo usó, hablando de los falsos profetas y falsos maestros que aman las riquezas, que comprometen la enseñanza de la verdad por obtener beneficios y satisfacciones propias; supuestos ministros que tienen sus ojos llenos de adulterio y pecados sexuales.
2Pedro 2:13b - 14. PDT “Disfrutan haciendo a la vista de todos lo que les viene en gana; cuando cenan con ustedes, ellos son una mancha que causa vergüenza, pues con sus mañas lo echan todo a perder. No pueden ver a una mujer sin desvestirla con la mirada. Ese es su pecado permanente. Hacen pecar a las personas inestables, son avaros y expertos en aprovecharse de los demás. Por eso están bajo maldición”.
Este pasaje parece estar describiendo a muchos supuestos “cristianos”; gente que una y otra vez anda lidiando con su pecado; pecado al cual llaman: debilidad; y no lo han tratado ni reconocido como lo que es.
Esto es falta de carácter, es falta de reconocer, confesar y cambiar de actitud. No es posible que existan creyentes verdaderos que sigan diciendo que tienen un “pequeño defecto” o una “debilidad”. Creyentes atados por la pornografía, el adulterio, por la ira, por el chisme, por la murmuración.
El apóstol Pedro es muy fuerte al hablar de estas personas que se llaman creyentes, que confiesan al Señor Jesucristo como su salvador, y sin embargo, vuelven una y otra vez a su pecado, como el perro a su propio vómito.
2 Pedro 2:20 – 22. “Ciertamente, si habiéndose ellos ESCAPADO DE LAS CONTAMINACIONES DEL MUNDO, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, ENRREDÁNDOSE OTRA VEZ EN ELLAS SON VENCIDOS, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, VOLVERSE ATRÁS del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno”.
Y acá no estamos hablando del creyente que pecó; porque todos hemos pecado después de haber entregado nuestras vidas al Señor. No, estamos hablando de aquellos que después de ser salvos, de entregar su vida al Señor, no quisieron dejar su antigua manera de vivir.

Estamos hablando de aquel que sabe que una vez que entregó su vida al Señor, debe dejar su antigua vida, su pecado debe ser confesado y las cadenas que le ataban deben ser rotas; pero en vez de eso, se acomoda, se ajusta a una nueva forma de vivir en la cual se dice amén, aleluya, gloria a Dios; y sin embargo, se sigue teniendo el mismo problema con los antiguos vicios y ataduras.
Conocí y he oído de ministros que se convirtieron en buenos predicadores, pero nunca dejaron su problema de adulterio, levantaron grandes ministerios, y sin embargo nunca dejaron de maltratar a sus esposas, se hicieron famosos en círculos cristianos, y sin embargo, siguieron atados a la pornografía y a todo tipo de pecado sexual.
Es que una cosa es predicar, enseñar, hacerse visible a los demás e incluso convertirse en referente para otros, y otra muy diferente es tener el carácter para abandonar por entero y por completo una vida pasada.
Cuando el apóstol Pablo escribió: “ya no vivo yo, más vive Cristo en mí”, estaba reconociendo que las cosas que para él eran importantes y parte de su vida y su identidad, ya no tenían cabida en su vida. “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”.
De nada nos sirve ser buenos predicadores, ser gente reconocida como creyentes, como ministros del Señor, si no somos capaces, si no tenemos el carácter del Cordero y León para deshacernos del pecado que nos asedia.
Repito: no estoy hablando del creyente que pecó, porque todos hemos pecado ya estando en Cristo, por eso el apóstol Juan escribió: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.
Estoy hablando del creyente que lleva años lidiando con su “debilidad” y cree que eso es normal.
No, no lo es. Volver una y otra vez a su mismo pecado, según las escrituras, es ser como el perro que vuelve a tragar su propio vómito.
Necesitamos creyentes conforme a la imagen de su Señor, con el carácter del Cordero y el León; creyentes que: su sí, sea sí, y su no, sea no.
Mi oración es para que todos nosotros podamos ser cada día más y más conforme a la imagen de aquél que nos creó.